¡¡¡ Paso de cebra y olé !!!

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viernes, 25 de septiembre de 2015

Las altas capacidades y el sentido de la justicia

Desde siempre he observado en María su alto sentido de la justicia y como el mismo conforme avanzan los años se va viendo cada vez más comprometido.

Una de las características que se leen en muchos manuales y que definen a los niñ@s con altas capacidades es su sentido de la Justicia. En el caso de María se cumple desde pequeña, la contínua pregunta ante la injusticia y ese no entender.

Ahora hay problemas en su clase, en estos momentos de su vida y el otro día pude comprobar hasta dónde puede llegar ese sentido de la justicia y cual importante es mantener la vía del diálogo siempre abierta con nuestros niños para que ese mundo emocional tan sumamente amplio que tienen no se quede ahogado e incomprendido en sus corazones.

A veces cuando hay problemas de grupo, se tiende a confundir la la parte por el todo, es decir en vez de implicar solamente a los verdaderos causantes de la situación, implicar al grupo entero en el conflicto.
Esto sucede mucho en la escuela.

Esto María lo lleva fatal. Lo considera completamente injusto por parte del profesor, hacia ella y hacia los compañeros y compañeras que no tienen nada que ver ni ha participado en el conflicto.

A la par, tampoco entiende como la otra parte, los otros niños son capaces de comportarse de esa determinada manera cuando saben a conciencia que fastidian al colectivo.

Una línea como veis muy difícil de explicar, unas preguntas difíciles de contestar, para una niña de 9 años, que va buscando respuestas adultas, para un corazón que sigue teniendo 9 años. Pero a ese corazón hay que comprenderlo, tranquilizarlo, escucharlo, tenerle la puerta abierta para que esto salga y llegue a nosotros. Porque nosotros, papá y mamá, hoy por hoy somos el único bálsamo aplicable a ese corazón con ese sentido de la justicia que araña, que hiere, que hace daño y si se lo guarda, no hay bálsamo, no hay comprensión, no hay explicación.

Por eso, nuestro ejercicio hacia nuestros hijos e hijas debe ser de tener la puerta abierta y de estar muy al loro de ese mundo emocional tan enorme que los puede desbordar si no es atendido 
con palabras de consuelo. 

La puerta abierta es la única que nos permite dotarles de herramientas que les permitan afrontar las situaciones, cada vez desde su individualidad, con su propio enfoque personal, 
el que ellos se tracen.

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